En relación a la decisión ¿Ser ateo? esta es una opinión de José Lázaro

Imagen de José Lázaro
4 votos

Esta es mi opinión de experto

Sí, el ateísmo bien entendido no es más que la sensatez de reconocer las limitaciones de lo cognoscible y la renuncia a imaginar fantasías consoladoras sobre lo incognoscible.

 
Las espléndidas páginas finales de "Anna Karénina" han sido objeto de críticas muy duras (y en mi opinión injustas) por su carácter reflexivo más que narrativo. En ellas se recoge la crisis espiritual de un personaje (Levin) que es el más autobiográfico que salió de la pluma de Tolstoi. Su mujer reflexiona: “Él mismo dice que le gustaría creer. Entonces, ¿por qué no cree? Seguramente porque piensa demasiado”. En sus intentos de alcanzar la fe a través del pensamiento y el estudio, Levin descubre con agrado las reflexiones del teólogo Jomiákov. “Pero después de leer dos historias de la Iglesia, una escrita por un católico y otra por un ortodoxo, y comprobar que las dos, infalibles por naturaleza, se negaban la una a la otra, quedó desilusionado de la doctrina de Jomiákov, y también ese edificio se derrumbó, igual que las construcciones filosóficas.” El desenlace es edificante: tras denunciar la soberbia de la razón, Levin renuncia a entender el sentido de la existencia y se entrega gozosamente a la Revelación, a las Verdades escuchadas en la Iglesia de su infancia, al amor a su prójimo y a las satisfacciones de la paternidad. Amén.
 
La brillantez literaria con que Tolstoi describe la conversión de Levin contrasta con la bajeza intelectual del proceso que describe: para alcanzar la Luz, la Verdad y la Vida no hay más camino que la renuncia a la razón. Cuando Aristóteles nos elevó a la categoría de “animales racionales” nos condenó a la vez a la tragedia de pensar la realidad. La felicidad del alma sólo se alcanza con la renuncia al pensamiento, es decir, con el triunfo de la fe. Los sofismas piadosos sobre el diálogo entre creencia y razón son sólo intentos de mezclar el agua con el fuego. Pero la renuncia al pensamiento a favor de la creencia es más difícil cuando se hace algún estudio de historia comparada de las religiones. Los dos libros contradictorios que Levin descubrió son sólo una pequeña muestra entre los centenares de relatos de “la religión verdadera” que llenan las bibliotecas.
 
Desde el principio de los tiempos el ser humano ha ido creando mitologías religiosas para satisfacer mediante la fantasía los deseos que le va frustrando la realidad y protegerse mediante la imaginación de los temores que le angustian. Recorrer todo el catálogo de las religiones humanas, desde al animismo hasta el monoteísmo, pasando por las prodigiosas religiones politeístas de la Antigüedad, es un fascinante recorrido por los frutos más creativos de la imaginación humana: el contraste entre la infinita variedad de los dogmas y los mecanismos mentales básicos que son comunes a todos ellos explica bien el origen y la utilidad psicológica de las religiones, pero además permite comprender los fabulosos mecanismos de la creatividad literaria. Los grandes clásicos de la literatura son, como las grandes religiones, maravillosas proyecciones de la fantasía, pero ya no pretenden tener verosimilitud.
 
La mejor prueba de ello es un detenida lectura de “La Ilíada”: en ese libro prodigioso los dioses y los guerreros conviven de la forma más natural, los inmortales se ofenden por las ingratitudes humanas, ayudan a los mortales que les rinden honores, demuestran una y otra vez que el orgullo y el deseo son las grandes palancas de las conductas divinas… porque lo son igualmente de las mentes humanas que han creado a los dioses a su imagen y semejanza. Los habitantes del Olimpo relatado por Homero son proyecciones de la fantasía humana que, sin el menor disimulo, satisfacen imaginariamente los deseos y ahuyentan las amenazas del fantaseador. El maravilloso regalo que Homero realizó a la humanidad es que le permitió ver con perfecta nitidez la forma en que las religiones se transformaron en literatura. Por eso el paso de las iglesias a las novelas señala el fin de la infancia. La grandeza de la literatura es que conserva toda la fuerza poética de las mitologías religiosas pero no intenta hacernos comulgar con ruedas de molino.

Comentarios
Imagen de Laura Corpa Hervás
Miércoles, 12 de Junio de 2013 a las 20:01

Siempre me resulta muy interesante leer las opiniones de José Lázaro, porque más allá de estar de acuerdo o no y de estimularme a sopesar los pros y contras de cada decisión me gustan mucho las referencias literarias como las de este punto de vista y me enriquecen y provocan mi curiosidad hacia nuevas lecturas. ¡Gracias!

×

Para poder participar debes ser usuario de Dontknow

Cargando...
×