En relación a la decisión ¿Cuestionar el estado de las cosas en tiempos de crisis? esta es una opinión de José Luis González Quirós

No
Imagen de José Luis González Quirós
3 votos

Esta es mi opinión de experto

Aunque solo sea por llevar la contraria a la opinión aparentemente mayoritaria, argumentaré de manera ignaciana: en tiempos de tribulación, no hacer mudanzas. Esto no equivale a no hacer cambios en ningún caso, simplemente aconseja salir de los pasos difíciles como se pueda, luego, repensarlo todo.

Con la palabra crisis cometemos un abuso notorio porque, a base de aplicarlo a todo, ha perdido su significado preciso. Si la crisis se interpreta, simplemente, como cambio, entonces la crisis es un estado habitual, no hay crisis en la crisis, pero si se interpreta, de manera más precisa, como un tipo de cambio cuya salida no se adivina, entonces no hay tantas crisis como se dice, pero sí que hay crisis frecuentes, importantes, decisivas. Lo que ocurre es que esas crisis raramente se dan de manera sincrónica, puede haber una crisis económica, pero no política, o haber ambas y, además, una crisis personal, pero la sensación de estar universalmente en crisis que mucha gente tiene casi siempre, o, al menos, dice tener, es una sensación confusa que convendría despejar, o un mero tópico ya muy gastado.
 
De todas maneras, supongamos que estamos ante una crisis importante, del tipo que fuere. El consejo que combato es el que recomienda cuestionarlo todo para salir de la crisis de referencia. No creo que sea una actitud recomendable ni muy inteligente. Me parece mejor tratar de sobrevivir, porque una crisis seria puede acabar con nosotros, y para eso lo más conveniente es hacer mejor lo que sepamos hacer bien, sin ponerse a improvisar pensando que si hemos fracasado en el campo A en que somos expertos, vayamos a triunfar en el campo B en el que no tenemos experiencia alguna. Puede que pase, pero no es ni lo más lógico ni lo más frecuente. Mi consejo sería, pues, el contrario. Aguantar el tipo hasta que pase la tormenta y reconsiderar todo lo que haya que reconsiderar cuando hayamos recuperado algo de calma y estabilidad.
 
Claro es que esto ni implica la posición comodona de no cuestionar nunca nada, cosa que en un mundo muy cambiante, es escasamente recomendable, sino, por el contrario, la sana costumbre de poner en entredicho muchas de las cosas que creemos y damos por ciertas, en la medida en que pueda hacerse, para aprestarnos a cuidar las que consideremos más valiosas, a abandonar lo que no merezca la pena, y a emprender nuevos caminos y asumir otros riesgos, teniendo en cuenta, lógicamente, que no existe ninguna ley natural que asegure que una nueva iniciativa, por el mero hecho de ser nueva, nos vaya a salir mejor que las anteriores. En realidad, lo que suele salir mejor es lo que se ha puesto a prueba muchas veces, lo que se hace con oficio, lo que no se improvisa. La imaginación de posibilidades juega un papel muy importante en nuestras vidas, pero no sirve de nada echarle imaginación a algo que resulte inviable o que sobrepase nuestra capacidad. Cuando se trata de ponerlo todo en cuestión, una de las primeras cosas que hay que poner en solfa es, precisamente, nuestra habilidad para hacer con éxito lo que se nos ocurra o apetezca.
Tal vez rizando un poco el rizo se podría decir que la manera mejor de innovar es saber conservar, porque existe el error muy extendido de que conservar es no tocar nada, mientras que una buena conservación supone una continua reforma, porque, como muy bien decía Chesterton, las cosas que no se cambian no permanecen inalterables, sino que se deterioran a enorme velocidad, caminan a toda prisa hacia su destrucción, y conservarlas es cambiarlas para que puedan permanecer siendo lo que son, lo que fueron y lo que puedan llegar a ser. ¿Es bueno cuestionarse todo? Lo es, pero en esa tarea deberemos aprender a distinguir lo que realmente merece la pena y debemos cuidar, de lo que no merece ningún esfuerzo. Ahora bien, esta tarea, que debe ser habitual, no puede hacerse bien en tiempos de verdadera crisis. En esos tiempos, si hay que tomar medidas radicales, deben tomarse, por supuesto, pero es mucho mejor tenerlas pensadas previamente que ponerse a improvisar en medio de la tormenta perfecta. Las crisis son tiempos de oportunidades, pero no necesariamente de cambios, y menos de huidas o cambios bruscos e impensados, hacia ninguna parte. Y a veces, el mejor cambio puede ser resistir para sobrevivir.

Comentarios
Imagen de Inma Pérez
Miércoles, 15 de Enero de 2014 a las 20:14

Muy interesante. No lo había pensado de esta manera. Aunque sinceramente, me cuesta posicionarme en el "sí" o en el "no". Es complicado.

×

Para poder participar debes ser usuario de Dontknow

Cargando...
×