En relación a la decisión ¿Educar a los alumnos para razonar y no sólo memorizar? esta es una opinión de José Luis González Quirós

No
Imagen de José Luis González Quirós

Esta es mi opinión de experto

La pregunta inclina claramente al Sí y por eso mismo quiero gastar unas palabras en defender un No, siempre relativo. Por supuesto el razonamiento es muy importante, pero la memoria es algo más que la inteligencia de los tontos, como a veces suele decirse. Alegaré, pues, a favor de su importancia.

La tendencia a distinguir entre las facultades que solemos llamar mentales es explicable, pero no debiera exagerarse. En particular, contraponer razonamiento con memoria es un error, me parece, bastante tonto. Por supuesto que el buen razonamiento es decisivo, fundamental, pero la memoria nos proporciona todos los elementos con los cuales debemos pensar, toda la munición necesaria para razonar. El razonamiento en el vacío o puramente verbal tiene muchos riesgos y, como es obvio, tiene que procurar equilibrarse con la experiencia concreta en el trato con las cosas y los problemas.
 
Ahora bien, la experiencia es imposible sin memoria, de manera que la memoria es un requisito básico para lograr cualquier razonamiento bien hecho, porque hasta las reglas del razonamiento necesitan recordarse. Lo que ocurre con la memoria es que la identificamos con la repetición sin comprensión, pero eso no es una memoria sino una mera marca, como el que aprende a repetir una habilidad cualquiera. La memoria implica ella misma comprensión de lo que se recuerda y de las razones por las que se recuerda, además de los fines del acto mismo de recordar. Además, la memoria no es algo puramente pasivo, de nuevo nos confunde la analogía con la marca, como si la memoria fuese simplemente la lectura de unos rasgos escritos en el "papel" del cerebro, olvidando que para leer necesitamos previamente memoria de los signos, de manera que la lectura malamente puede ser una imagen de la memoria.
 
La prueba de que la memoria no es pasiva sino la respuesta a una preocupación, un interés o un deseo previo está en que olvidamos muy fácilmente lo que no nos interesa, mientras tendemos a recordar lo que nos afecta directamente (aunque luego la memoria se desvirtúe, pero este es otro tema). La memoria requiere, pues, interés, atención, ganas de comprender, sentido de la experiencia y un hábito intelectual, digamos, realista, una propensión a partir de datos y observaciones de la realidad que se tienen en cuenta para después pensar sobre ellos. En suma, que la memoria es esencial, puede considerarse como la función "espiritual" más básica, y que sin la memoria nuestra inteligencia flotaría entre vaguedades, se perdería en nociones puramente abstractas y formales. Es la memoria la que nos da cuenta de la vida, la que modela nuestra experiencia y nuestra idea del mundo, de forma que es previa a cualquier razonamiento. La memoria ha sido la víctima propiciatoria de una pedagogía supuestamente progresista que pretendía que todo se basase en el razonamiento, la misma pedagogía que ha proscrito el esfuerzo y que puede acabar matando el interés humano en comprender a base de esquematizar con criterios muy toscos el funcionamiento de la inteligencia humana. Una contraposición tosca entre lo que meramente se recuerda, sin comprender, y la comprensión misma, tenderá a resaltar la importancia de la razón frente al recuerdo, pero esa contraposición está viciada desde la raíz porque nunca somos inteligencias puras, sino seres que viven en un contexto concreto, que les afecta e influye y que llega a hacerse realidad a través de los matices de la memoria. Es verdad, pues, que hay que educar para pensar y razonar, pero es muy mala cosa contraponer esto con el memorizar.
 
Sin memoria no seríamos nadie porque la memoria es el asiento más sólido del espíritu, de aquello que somos como seres capaces de interrogarnos sobre el mundo y sobre el sentido de nuestra presencia ante él, y de él ante nuestra conciencia, pero eso es lo que es radicalmente la memoria, la capacidad de saber que hay un mundo real que no se deja reducir a razonamientos formales, que siempre tiene la verdadera razón frente a nuestras dudas e incertidumbres. Mal negocio menospreciar la memoria o pretender prescindir de ella en la educación. Es verdad que razonar es la meta, pero la memoria es siempre el mejor y el único punto de partida de toda empresa humana de comprensión.

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