En relación a la decisión ¿Pensar que la dependencia social de Internet puede ser peligrosa? esta es una opinión de José Luis González Quirós

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Esta es mi opinión de experto

No creo que sea sensato pensar que la dependencia social de Internet pueda ser peligrosa, a no ser que por "dependencia social" se entienda algo que se me escapa. Las sociedades han dependido siempre para subsistir y para progresar de sus medios de comunicación y de sus tecnologías de transporte.

Justamente eso es lo que es Internet, un medio de comunicación excepcionalmente poderoso y una tecnología que ha convertido al transporte en algo infinitamente más ligero, más rápido, más seguro y más específico. En primer lugar, porque es preferible transportar información que mover objetos y eso Internet lo ha facilitado enormemente, pero también porque ha hecho del mundo un lugar muchísimo mejor señalizado y notablemente más seguro. La razón por la que Internet suscita temores es porque su desarrollo está siendo mucho más rápido que el de cualquier tecnología previa, y eso descoloca a una gran mayoría de personas que no están acostumbradas a que los acontecimientos y las posibilidades e comunicación les hagan sentirse antiguos cuando todavía son jóvenes.
 
Ese hecho mueve, es obvio, a una hostilidad oscura y persistente de buena parte de las personas mayores hacia un fenómeno que les sobrepasa y que no acaban de comprender. Eso le ocurre, en realidad, a una gran parte de la población, también a los jóvenes, pero solo parece preocupar a los mayores. Si a esto se le añade la vieja enemistad entre las tecnologías y muchos escritores y hombre de cultura literaria, que siempre consideran con un deje despectivo todo lo que tenga que ver con máquinas y cables, se comprende con facilidad que se haya producido mucho ruido en relación con los inexistentes peligros de Internet. Abundan los escritores que presumen de seguir escribiendo en una máquina mecánica (suele ser mentira) o de no tener teléfono móvil, como si eso fuera el colmo de la sabiduría, y esa actitud es inseparable de una crítica solemne e infundada hacia los peligros de Internet a la que se llegan a atribuir hasta nuevas enfermedades. Internet no representa mayor peligro que el que hayan supuesto las carreteras asfaltadas, los aviones, los automóviles, los trenes. o los barcos de vapor, que también tuvieron su enemigos.
 
No hay dependencia social de Internet, hay uso social de la red y siempre con ventajas. Los único inconvenientes que pueda tener el uso de Internet derivarían de su eficacia y atractivo, del hecho de que la gente pueda dejar de mirar al mundo real y quede atrapada por las pantallas, que pregunte a su programa o a su aplicación si va a hacer buen tiempo sin siquiera mirar por la ventana. Esa clase de hábitos tan dependientes pueden criticarse, pero nada tienen que ver con Internet, sino con las manías. Seguramente si no existiese Internet esas personas estarían dedicadas a coleccionar garbanzos o a chupar picaportes, quiero decir que es su carácter maniático lo que importa, no la calidad del instrumento que usan para consumar su monomanía. Nuestra sociedad es infinitamente más amable, habitable y segura desde que existe Internet y continuará siéndolo, porque siempre es una mejora poder aprovechar la buena información, bien organizada.
 
Para no pasarme en el elogio, admitiré que hay un aspecto en el que Internet tal vez pueda considerarse perjudicial, si es que es cierto, como sospecho que lo es, el que está existiendo una especie de descenso generalizado de la curiosidad. La causa es bien simple, la gente siente menos necesidad de saber lo que piensa que puede llegar a saber con toda facilidad, con solo tocar una tecla, como suele decirse. Esta abundancia de información, de fácil acceso, rápida y de un cierto nivel de calidad tal vez puede contribuir a que dejemos de interesarnos personalmente por saber ciertas cosas, a que baje nuestro nivel de curiosidad y nuestra capacidad crítica, de manera que, si esto fuese así, el antídoto debiera estar en educar la curiosidad, en incentivarla, en llegar a comprender que no todo está en Internet, que la realidad sigue estando donde estaba, y que todas las informaciones que podamos encontrar en Internet tienen un origen en la curiosidad humana, en nuestro espíritu crítico para no aceptar cualquier respuesta como válida. Internet no puede excusarnos de pensar, no lo hace de hecho, más bien nos ayuda, pero...

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