En relación a la decisión ¿Equilibrar conocimiento y emoción en la toma de decisiones? esta es una opinión de José Lázaro

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Esta es mi opinión de experto

Sí, por supuesto. Es una necesidad hoy ampliamente reconocida, pero eso no ha sido nada fácil de lograr. En la actualidad hay acuerdo casi general en que son muchos, en efecto, los factores que interactúan en las decisiones humanas, pero se ha comprendido que no todos ellos son racionales.

En el siglo diecinueve, por el prestigio de la ciencia experimental y la influencia (excesiva) del positivismo, se llegó a pensar que las cuestiones humanas y sociales tenían que analizarse con una causalidad lineal y directa, despreciándose las cuestiones personales que no podían ser científicamente estudiadas. En el siglo veinte se dio un considerable avance con el desarrollo de la llamada “toma de decisiones racionales en condiciones de incertidumbre”: se comprendió que son muchos los factores que pueden influir en un determinado fenómeno (si es biológico muchos más que si es solo físico-químico, pero si es un fenómeno humano muchos más todavía que en los simplemente biológicos). Se pretendió entonces desarrollar un método racional para el análisis de esa multiplicidad de concausas, con el fin de llegar a tomar la solución más razonable, la que tendría más probabilidades de ser acertada (pues se había comprendido que la certidumbre ya no es posible en fenómenos tan complejos como los propios del ser humano).
En la actualidad hay acuerdo casi general en que son muchos, en efecto, los factores que interactúan en las decisiones humanas, pero se ha comprendido que no todos ellos son racionales. Nuestros análisis de la realidad están profundamente sesgados por nuestras emociones, nuestros deseos, nuestros intereses, nuestras frustraciones… y no todas esas fuerzas (hay quien piensa que muy pocas de ellos) actúan a la vista de la conciencia.
 
Desde las más diversas perspectivas se está trabajando en este planteamiento: psicología, economía, neurociencia, epistemología… La teoría del deseo se ha convertido en una cuestión central para las humanidades y las ciencias sociales. Salvo algún iluminado (generalmente procedente del laboratorio) casi nadie piensa que este planteamiento sea fácil de elaborar de forma rigurosa y exhaustiva. Pero, salvo algún sectario (que todavía quedan) nadie ignora que los factores emocionales, desiderativos e inconscientes son al menos tan importantes como los racionales en las decisiones, grandes y pequeñas, que tomamos los humanos.

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