En relación a la decisión ¿Leer 'Morirse de vergüenza. El miedo a la mirada del otro', de Boris Cyrulnik? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

     Cyrulnik plantea un razonamiento sistémico de la vergüenza con el fin de integrar la heterogeneidad de este sentimiento, cuyo origen evolutivo parece radicarse en la capacidad para imaginar el pensamiento del otro.

        La vergüenza es una emoción cuyo sentimiento abarca casi la totalidad (por presencia o ausencia significativa) de las relaciones humanas. Esto es lo que desarrolla el neuropsiquiatra Boris Cyrulnik en esta obra notable que mezcla los aspectos analíticos y narrativos (descripción de casos). La vergüenza o el miedo a la mirada del otro: un otro físico o imaginario, no menos real por ello. “Las palabras –afirma Cyrulnik- son pedazos de afecto que transportan a veces un poco de información”, entiendo que refiriéndose sobre todo al tejido comunicacional que establecemos en lo cotidiano no a un texto de Kant.
     La vergüenza nace siempre de una representación, y por lo tanto tiene que ver con la empatía (que no simpatía), la capacidad para ponerse en el lugar del otro así de manera errónea o preconcebida. Represento lo que no puedo hacer o decir al tiempo que temo la mirada (el pensamiento) del otro. Cyrulnik despliega sus ideas al respecto refiriéndolas a los momentos evolutivos primeros, infancia, adolescencia, pero las extiende a momentos críticos sociales: guerras, diásporas, marginación, racismo, emigración y otras situaciones en las cuales el individuo tiene que reformular su aceptación en el grupo o poner a salvo su existencia a cambio de la dejación de sus principio, ideas o sentimientos. Quien expresa la causa de su vergüenza entrega al otro el poder de juzgarnos. De otro modo, nuestra postura frente a la vergüenza propia puede ir de la sumisión al orgullo o la venganza (Genet, por ejemplo), también, a la búsqueda de la aceptación por parte del otro, de la causa de la vergüenza, y por lo tanto a la introducción en la corriente de lo social de la particularidad (conquista de la autoestima), un proceso que en psicología se denomina resiliencia: sobreponerse al dolor traumático.
        La vergüenza es un sentimiento que puede ser traumático cuando nos vemos de manera continuada refractado por la mirada del otro. Su relación con la culpabilidad es evidente (un tema que hace años estudió con agudeza Castilla del Pino). Seres morales, un tribunal imaginario rige nuestras reacciones de culpa o de vergüenza: es un mecanismo afectivo que ha sido y es utilizado por todo grupo humano, porque se organiza a sí mismo frente a los demás en una dialéctica que al afirmar niega y viceversa. No siempre la vergüenza es un sentimiento que nos disminuye. Vinculada a la moral, en ocasiones puede ser una respuesta de toma positiva de conciencia. Con lo dicho parece evidente que Cyrulnik plantea un razonamiento sistémico de la vergüenza con el fin de integrar la heterogeneidad de este sentimiento, cuyo origen evolutivo parece radicarse en la capacidad para imaginar el pensamiento del otro.
 
La complejidad radica en que los significados que adquiere para nosotros desencadenan modificaciones orgánicas, desde las secreciones neuroendocrinas a otros procesos neuronales. Frente al adagio “el tiempo lo cura todo”, nuestro autor se rebela: de ninguna manera, lo que cura es la afectividad. Somos seres racionales apoyados (aquí deberían aparecer Hume y Spinoza con mayúsculas) o informados por los afectos: un tejido sostenido por los relatos, por la memoria de la ejemplaridad y dignidad, por el restablecimiento de los vínculos. Una idea que se desprende de esta obra, además de la necesidad del relato en el restablecimiento de una creativa conciencia de sí, es la importancia de lo colectivo.
     
Debemos, pues, actuar sobre la cultura de la vergüenza para liberarnos de ella. Tarea, en cierto sentido sin fin: nacida de una elaboración continua de mi representación de la mirada del otro, está expuesta a una reformulación. Sospecho que en lo político cumple su sentido en una búsqueda de la aceptación de la pluralidad humana en el reconocimiento mutuo.

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