En relación a la decisión ¿Cambiar mi personalidad con psicoterapia? esta es una opinión de Lluïsa Etxeberria Azkune

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Esta es mi opinión de experto

La psicoterapia ofrece unas condiciones favorables para tratar el dolor o malestar de la persona, ayuda a mejorar, modifica maneras de sentir, pensar y actuar, promueve cambios, pero su objetivo no es cambiar la estructura dela personalidad.

 
Cambiar no es una cuestión de todo o nada. El psicoterapeuta no es ni una hada ni un mago, sino un facilitador del cambio en el proceso que tiene lugar el esfuerzo de trabajo compartido de paciente y terapeuta. La energía, la capacidad de comprensión empática, el afecto, el respeto y consideración por la persona, la contención y la paciencia del terapeuta, por una parte; los sentimientos de confianza, intimidad, paciencia… por parte del paciente, permiten la reconstrucción de la historia del sujeto que acude en busca de ayuda, motivado por la necesidad de aliviar el dolor y resolver las consecuencias de vicisitudes pasadas o actuales que le afectan (soledad, duelos, pérdidas u otras dolencias y conflictos).
 
La psicoterapia  ofrece  un espacio, en las condiciones más óptimas posibles, -siempre respetando las características de la personalidad del sujeto-, para ampliar la propia visión con la mirada y el saber hacer del profesional que guía la exploración y el proceso terapéutico; tiene la función de ayudarlo a resituarse y situar las cosas, a conectar consigo mismo y ampliar su capacidad reflexiva y emocional; pretende trabajar por restaurar o desplegar, paso a paso, los recursos necesarios para el logro de una realidad interna y externa que permita poder afrontar los conflictos actuales y los futuros que vendrán de manera más saludable.
 
Si los factores implicados en la psicoterapia son favorables y se realiza en las condiciones adecuadas, si la motivación para el cambio, el deseo de crecer y progresar son constatables, se puede esperar que todo vaya bien y que el resultado sea fructífero, de acuerdo con los objetivos propuestos y las expectativas que se van desplegando a lo largo del proceso.
 
La experiencia psicoterapéutica es una aventura particular para ambos protagonistas. El intercambio interpersonal paciente/terapeuta -en la manera de observar y observarse, la atención y la escucha, la reflexión, la comprensión empática, el cuidado a la hora de puntualizar las intervenciones, sugerir o comentar los puntos ciegos, disociados, abandonados, etc.- contribuye a crear un lazo humano significativo, un vínculo de confianza mutua y en el trabajo, que promueven el cambio.

Pero la psicoterapia no busca un cambio de la personalidad. La estructura que cada uno hemos conformado a lo largo de la vida tiene un peso considerable; las experiencias infantiles nos han marcado en parte, aun cuando no han determinado su destino al poder modular, en etapas posteriores, aspectos que hacen sufrir.  
 
Y en la etapa final serán los dos componentes de la relación terapéutica los que evalúen los efectos de la psicoterapia, haciendo balance de la mejora obtenida, la que posibilita dar y recibir afecto de forma sana y madura, al haber recuperado la seguridad y la confianza en uno mismo.  Encontrar una salida más adecuada y satisfactoria a los conflictos humanos es un logro aceptable, positivo y gratificante.

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