En relación a la decisión ¿Desahogar mi agresividad como espectador en un partido de fútbol? esta es una opinión de Miguel Ángel García Vega

Imagen de Miguel Ángel García Vega

Esta es la opinión del experto

Miguel Ángel García Vega, en su articulo “El fútbol, balón de oxígeno social”, afirma que "todos los grandes acontecimientos de masas … tienen ese carácter terapéutico. Desde el comienzo de la crisis, la afluencia de espectadores ha aumentado a los estadios.

Miguel Ángel García Vega comienza así su explicación en su articulo “El fútbol, balón de oxígeno social”: El fútbol es un zoo de cristal. Un microcosmos que se desarrolla sobre un tapete de hierba verde. Durante 90 minutos, y en un espacio de 110 m de largo por 75 de ancho, se representa un drama contemporáneo en el que se gana, se pierde o se empata, en un carrusel de emociones donde se mezclan la alegría, la ira, la admiración y la tristeza. Para millones de españoles, este gigantesco espectáculo se ha convertido en una válvula de escape frente a una realidad económica que a veces asusta. “El fútbol no da soluciones a los problemas, pero sí alegrías. Y por eso la sociedad se lo agradece de una forma muy generosa. Es un sector, un mundo, al que se le perdona todo”, reflexiona Alfredo Relaño, director del diario deportivo As.
Todos los grandes acontecimientos de masas, aseguran algunos expertos, tienen ese carácter terapéutico. “No solo el fútbol sino cualquier tipo de manifestación que inste el optimismo se consume muy fácilmente. Las personas buscan acontecimientos que les ayuden a evadirse un tiempo. No creo que esto anestesie a la sociedad. A España siempre le ha gustado divertirse”, analiza Félix Plaza, socio responsable de Derecho Deportivo y Entretenimiento del bufete Garrigues.
¿Se ha convertido este deporte en una válvula de escape en estos tiempos de crisis? ¿Tendríamos mayor conflictividad en las calles si no fuese por un espectáculo que ya en los tiempos predemocráticos actuó como balón de oxígeno social, mano a mano con los toros y el boxeo? Sir Wiston Churchill ya se dio cuenta hace décadas de que esto del fútbol era algo especial cuando dijo aquello de que “los italianos pierden las guerras como si fueran partidos de fútbol y los partidos de fútbol como si fuesen guerras”.
Nada menos que 9.830.247 personas acudieron en la temporada 2010/2011 a los estadios de fútbol de 1ª División, la cifra más alta de la última década. En los años de mayor dureza de la crisis, la afluencia no ha dejado de subir. En las pasadas 3 temporadas, los estadios de 1ª han ganado medio millón de espectadores (datos de la Liga de Fútbol Profesional (LFP)).
 “Hay algo que nunca ha dejado de sorprenderme”, apunta un alto cargo del Real Madrid, que pide el anonimato. “Y es que 100.000 personas en paro griten enardecidas o entusiasmadas a 22 personas que ganan millones de euros. Y, a la vez, que haya cientos de familias en dificultades económicas que se gasten 100 euros por acudir al estadio”.
 “El fútbol no pone el plato en la mesa a nadie pero aporta alegría a bastantes hogares que viven momentos difíciles...”, reconoce Jordi Cardoner, vicepresidente del área social del FC Barcelona. Y añade: “Este deporte siempre ha sido una válvula de escape frente a problemas personales, familiares o en el trabajo. Si no existiera buscaríamos otra actividad, pero siempre son necesarias las escapatorias”.
El concepto de vía de escape, de salida, aparece de manera recurrente cuando se pregunta sobre el fenómeno. “Si no hubiera fútbol la crisis la viviríamos con más tensión o de una forma más obsesiva”, asegura Santiago Álvarez de Món, profesor de la escuela de negocios IESE. “Sinceramente, prefiero una sociedad con fútbol que sin él. Al fin y al cabo, este deporte es un estado de ánimo”, dice este docente.
El experto concluye con este caso real: A 707 kilómetros de Villacastín, en Barcelona, Oriol Molina lleva 30 años siendo socio del FC Barcelona y reivindica esa virtud que tiene el fútbol para abrir una fisura en la realidad. “Los éxitos del Barcelona en estos tres últimos años la verdad es que nos han ayudado a llevar las cosas de otra manera. Es una forma de encontrar alicientes durante la semana”, asegura Molina. Él mismo, que pasa por una grave situación familiar, admite que a las 9.30 (hora habitual de los partidos de su club), y durante 90 minutos, “desconecta” de todos sus problemas. (1)

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