En relación a la decisión ¿Desarrollar mis capacidades para alcanzar el perfil del voluntario? esta es una opinión de María Elena Alfaro

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Esta es la opinión del experto

La formación del voluntariado es, para la autora, una de las garantías de la calidad de la tarea voluntaria. Será, a su juicio, a través de la formación, aunque no únicamente, como el voluntario irá adquiriendo cada vez más fuerza social, ahorrando esfuerzos y rentabilizando su entrega gratuita.

La autora destaca que cuando se habla de la Formación del Voluntariado, se tiene que considerar como un proceso constante de transformación, en el que la persona voluntaria, con su grupo de acción, va dialogando con la realidad, va aprendiendo de ella, y va sistematizando sus conocimientos, sus hábitos de trabajo, y sus habilidades. Para la experta el proceso de formación permite que la persona voluntaria haga una revisión y una transformación de sus actitudes.
 
La formación pasará a ser el espacio propicio para que, gracias a la reflexión sobre la acción, sus motivaciones iniciales vayan creciendo hacia un "modo de ser", hacia "una manera diferente de ver la vida", hacia una búsqueda más sólida de "mejorar la calidad de vida", de una "transformación de la sociedad". Por tanto, la formación del voluntariado se refiere a la transformación del voluntariado en sus modos de hacer (sus hábitos y habilidades); en su "saber" (sus conocimientos, su información) y en su "ser" (sus actitudes, su crecimiento personal, integral) de cara a la acción voluntaria.
 
La relación de la formación con la necesidad de "transformación" y "motivación" se debe a que se considera como un proceso realizado en el seno de un grupo de acción, desde su elección personal, ayudado por otros agentes (un curso, una lectura, la misma realidad en que actúa, una persona significativa, un hecho determinado, una reunión de trabajo, etc.) y con la finalidad de ofrecer a la sociedad su aportación. Por lo tanto, la experta destaca que no se puede forzar ni obligar a las personas voluntarias a realizar un proceso de formación. A su juicio, lo que se debe hacer es ofrecer y acrecentar el deseo de elegir un camino de formación y de asimilarlo. Por ello, Alfaro puntualiza que no se debe entender por formación ese paso previo que es la sensibilización del Voluntariado en el que se le ayuda a tomar conciencia de la realidad circundante, de la propia realidad, pero aún falta la decisión de formarse para crecer en el ser, en el saber y en el saber hacer.
 
En el desarrollo y realización de su acción, la persona voluntaria, destaca, tiene derecho a ser informada, apoyada, asesorada, acompañada para y por este diálogo constante con la realidad. Situar a la persona voluntaria en la responsabilidad de una tarea para la que no está capacitado sería violar un derecho, sería conducirlo a un hacer sólo intuitivo, a un hacer ineficaz o quizá a una desmotivación personal, a un abandono.... Por lo tanto, Alfaro señala que es un deber de la organización de voluntarios ofrecer la formación necesaria para el desempeño de las tareas. A su juicio, una persona voluntaria formada abrirá nuevos campos para nuevas participaciones y para el planteamiento de nuevos e ineludibles objetivos de la organización, será factor de cambio de la misma organización, ya que su "participación" será cada vez mayor, y obtendrá mayor nivel de conciencia para poder tomar más y mayores decisiones; podrá ofrecer más eficazmente su servicio, y al mismo tiempo podrá trabajar más adecuadamente por erradicar las causas que producen los problemas.

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