La tarea de educación de los hijos, camino de su autonomía y madurez, implica una progresiva disminución del control sobre ellos. Los padres han de plantearse si pueden -y deben- controlar siempre a los hijos. El camino de los hijos hacia la madurez y la autonomía personal corre paralelo a la disminución del control que los padres ejercen sobre los hijos. Aceptar que los padres no pueden controlar siempre a los hijos es un reto que es preciso plantearse. No siempre es fácil para los padres asumir el crecimiento de los hijos y su progresiva autonomía.
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La aceptación que los hijos adolescentes y sobre todo jóvenes, ya tienen una autonomía personal a través de la cual van a tomar sus decisiones y establecer sus comportamientos, seguramente redundará en una mejor relación entre padres hijos.