La memoria casi siempre se almacena con emociones, y éstas a veces son dolorosas. La memoria adolorida hace que continúe en el presente un sufrimiento pasado, que ya no existe. Para escapar a ese dolor es posible aceptar las circunstancias que lo provocaron cuando sucedió, pues ya no cambiarán.
La aceptación de que las cosas se produjeron así y de que no podemos cambiarlas, pero sí evitar que se reproduzcan, debe movernos a una actitud que mire más el presente y el futuro que el pasado.
Opiniones argumentadas
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