Pretender solucionar un problema perverso -complejo, desconocido total o parcialmente y de difícil o nula resolución- supone un análisis previo. Es arriesgado intervenir porque estos conflictos se agravan facilmente; sin embargo, puede ser necesario hacerlo en nuestra calidad de líder -con responsabilidad al respecto-, experto -con capacidades adecuadas- o víctima -afectados directamente-.
Al involucrarse hay que hacerlo hasta el fondo, con planificación y buscando la colaboración de personas capacitadas para ello. Pero es posible, por su complejidad, no hallar resolución al problema.
...