Ante el maltrato, hay personas que tras una agresión por parte de su pareja se autoconvencen de que es una cosa puntual y que no volverá a suceder nunca, por lo que no se les ocurre denunciarla.
Otras, en cambio, ante el primer indicio de agresión deciden que la confianza y el respeto mutuo se han roto y prefieren denunciar a su pareja ante la autoridad competente.
Cuando en una relación de pareja, alguna de las dos personas comete una agresión sobre la otra, algo en los cimientos de la relación se tambalea.
En ese momento la parte agredida debe tomar una decisión, ya sea ésta interponer una denuncia ante las autoridades competentes y dejar que sea la justicia la que decida qué medida debe ser aplicada contra el agresor o agresora, o bien comprender esa agresión como un acontecimiento puntual y por ello aceptable dentro de una sana relación de pareja.
Esta decisión, probablemente, sea la más complicada a la que se pueda enfrentar una persona que tiene una relación de pareja. Pero, a la vez, es una de las más importantes si la agresión se repite, ya que de la decisión que se tome en este momento puede depender la felicidad y la integridad de la persona agredida y el futuro de su relación.
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El freno más común con el que nos podemos encontrar a la hora de tomar esta decisión es el miedo. El miedo a las consecuencias de la denuncia. El miedo a que el agresor o agresora se violente con nosotros. El miedo al qué dirán.
Por otro lado también podemos encontrarnos con que los propios sentimientos hacia la persona que nos ha agredido nos impidan tomar la mejor decisión para todos.
4 opiniones argumentadas
- Gemma Cànovas Sau
- Psicología clínica - Psicoterapeuta
- Úrsula Santa Cruz
- Psicóloga, especialista en violencia de género
- Paz Guarderas
- Máster en Psicología y Psicóloga especializada en género
- Teresa Raventós Raventós
- Psicóloga
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