
A veces la generosidad se asocia con el dar limosna. Pero hay expertos que señalan la solidaridad como un paso más allá de la limosna, destacando que ser solidarios es propio de vivir activamente en comunidad favoreciendo el desarrollo, y la limosna es un acto más individual y aislado.
Para muchos, la generosidad supone compartir lo que se tiene, pero sin involucrarse personalmente. La solidaridad se asocia con acciones más constantes y duraderas que tienden a cambiar la situación de las personas a quienes se dedica la acción.
Uno tiene impulsos solidarios ante una catástrofe natural, imágenes de guerras, muertes y pobreza en diversos países del mundo… ante la infancia desprotegida, el avance del desgaste de recursos naturales, la falta de derechos humanos, las mafias, abusos y tráficos de personas... y ante un sin número de sucesos que, día a día, podemos ver en los noticieros. Se organizan entonces diversas acciones solidarias para enfrentar, concienciar, participar o actuar frente a estas problemáticas. Por eso no basta la generosidad individual y conmovernos por estos temas. No basta dar una vez, y señalar el «deber» de ser solidarias y solidarios, en un mundo donde prima una cultura individualista y de auto-protección personal, si no se obedece al imperativo ético que nos lleva a la acción solidaria aunque los problemas no nos afecten directamente.
Cuando se habla de «solidaridad», el sentido común nos apunta a un sentimiento de cierta unidad con el resto de las personas, basado en los lazos sociales que se han establecido a través del tiempo, o también por intereses sociales, o bien, objetivos comunes.
Desde diversos puntos morales, ya diversas religiones tienen entre su ideario el «ser solidario» o bien ser caritativo con el resto de la sociedad con que la se convive, incluso, llegando a ser un imperativo de virtud para el efectivo progreso de la humanidad en general.
Así, la idea tradicional de «solidaridad» alude a la supuesta existencia de «algo» dentro de cada persona, una especie de esencia en torno a la humanidad compartida, que resuena ante la presencia de otros sujetos. Ese algo interno, movería a que emergieran los comportamientos solidarios. Se asimila muchas veces solidaridad a caridad.
Sin embargo, existen teóricos que han separado la caridad que una persona puede tener frente a diversos temas sociales, de los actos solidarios, destacando que la solidaridad es básica en cualquier agrupamiento humano ya que existe una primacía de la sociedad sobre el individuo –al estar éste constituido desde su nacimiento por relaciones sociales– y que, por tanto, las formas de relaciones cotidianas entre las personas pueden explicarse por los diversos tipos y grados de solidaridad existentes entre ellas.
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Para algunas personas es difícil ser solidarios cuando se tiene que ir más allá de una donación de pertenencias personales. Esto dificulta el hecho de ejercer algún tipo de acción solidaria. Por otro lado, cuando se identifica la solidaridad con la limosna, puede hacer que se sostengan relaciones no igualitarias con quienes se considera "necesitados" o "en falta", partiendo así desde un cierto punto de vista de superioridad e incluso de poder.
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Poner en la sociedad valores menos individualistas. La solidaridad no es lo mismo que la limosna, pues hace que las personas se relacionen en términos de igualdad entre unos y otros y de favorecer el desarrollo de todos.
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Estudiar cómo ejercer la solidaridad y visualizar las diferencias con las acciones meramente caritativas. Analizar experiencias cercanas que patenten la diferencia entre ambos conceptos.
4 opiniones argumentadas

- Marina Villa
- El dinero no es la única moneda de cambio en la solidaridad.


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Beltrán Villegas Mathieu
- Profesor de Ciencias Bíblicas Universidad Católica de Chile

Mauro Guillén Grech
- simplemente, hay gente que nos necesita

- silvia saiz saiz
- Los niños de la calle, conocidos en Santo Domingo como "palomos" tiene