El design thinking tiene mucho de intuición, de ser capaces de reconocer unos patrones y comportamientos del cliente para construir y crear ideas que tengan, más allá de una funcionalidad, un significado emocional. Pero no solo eso.
No se trata de que las organizaciones estén centradas únicamente en sentimientos, intuiciones, pero sí de que no solo lo hagan en los aspectos más racionales y analíticos, dejando espacio para la inspiración y la creatividad. Se trata de que haya un poco de ambos mundos: racional y creativo.
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