Bien sea por cambios culturales en los distintos aspectos de la pareja y la familia, por motivos económicos o por deseo de realización personal, cada vez más parejas se despiden de su etapa fértil sin concebir. Consideran que tener hijos no es una necesidad y viven de forma plena sin ellos. Prefieren su mundo sin las responsabilidades que un niño significa.
Para otras, sin embargo, tener hijos es fundamental para dar sentido a su vida individual y de pareja. Hijos que mejoran su entorno familiar y les procuran un estado emocional de felicidad.
Durante mucho tiempo se ha asumido que la maternidad –y la paternidad- es un instinto biológico natural. Pero los expertos cada vez ponen más en duda esta afirmación y afirman que es probable que el llamado “instinto maternal” sea algo cultural más que biológico.
Hasta hace algunos años, parecía ser la norma que las parejas se “pusieran en campaña” inmediatamente para aumentar la familia. Sin embargo, son cada vez más frecuentes las parejas que deciden, por mutuo acuerdo, mantener su familia de a dos y no tener hijos.
Esto se puede deber a un cambio cultural en distintos aspectos, siendo el principal la modificación del significado de femineidad. Si bien, hasta hace algunos años, la naturaleza femenina estaba casi condicionada a la cualidad de las mujeres de ser madres, hoy es distinto.
También está el factor económico. En un mundo en constante crisis financiera, y donde él despido es un fantasma que merodea por todos lados, muchas parejas no se sienten capaces, económicamente, de mantener a otra persona y a la vez su estilo de vida.
En algunos casos pueden existir tambien los miedos y prevenciones respecto la salud, reflejadas, entre otras, por la preocupación por la seguridadde los padres o del propio hijo o los riesgos del embarazo y del parto.
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Existen muchos condicionamientos personales, familiares y sociales que dificultan la decisión de tener hijos, porque es un cambio que durará probablemente toda la vida.
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La vida en pareja sin hijos implica un compromiso constante de convivencia basada en el afecto y la comprensión mutua, muy distinta de cuando se tienen unos pequeños qué cuidar y absorben mucho tiempo y atención.
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La decisión exige una gran dosis de diálogo y compenetración entre los miembros de la pareja.
3 opiniones argumentadas
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Ellen J. Walker - Doctora en Psicología Clínica
