En relación a la decisión ¿Eliminar gastos superfluos si estoy desempleado? esta es una opinión de Manuel Colmeiro

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Esta es mi opinión de experto

El freno al consumo perjudica la situación económica ideal en la que se enmarca la solución al desempleo.

Los pueblos no deben imitar la conducta del avaro que en el silencio de la noche contempla su tesoro y se goza en verlo tan crecido, padeciendo crueles privaciones por no menguarlo, pues al cabo las riquezas son para el hombre y no es el hombre para las riquezas.
Son muy distintos los efectos del consumo. Por una parte, la demanda que éste provoca, alimenta la industria sin desviar los capitales de su camino, engendra una prosperidad sólida y positiva, derrama la abundancia y baratura por todas partes, conserva los hábitos de laboriosidad y economía, y casi siempre cede en aumento de la riqueza pública, y por otra, pone en movimiento el capital y el trabaj,o y obra como un estimulante de la producción y el empleo.
La demanda no nace propiamente del consumo, sino del deseo o necesidad de consumir. Disminuye la riqueza; pero consumiéndola se aprovecha. Otra cosa sería si el consumo perteneciese a la clase de los destructivos, esto es, si la riqueza pereciese por la inundacion, el incendio, la guerra, etc., porque no satisface ninguna necesidad o deseo; y aunque excita por de pronto alguna demanda y aviva un poco la produccion, padecen menoscabo los medios adquisitivos y resulta una pérdida sin compensación.
Cualesquiera que sean las ventajas del consumo, debemos abstenernos de limitarlo de forma significativa, ya que su moderación extrema por temor a perspectivas económicas que escapan a nuestro control o a crisis económicas generalizadas, se ha intentado muchas veces y siempre en vano.
La producción favorece el consumo, y el consumo estimula la producción y el empleo con este continuo flujo y reflujo de la riqueza. La necesidad excita la actividad del hombre, le despierta de su letargo y sacude la pereza de sus miembros; pero en balde le atormentarían los más vehementes deseos de consumir, si careciese de productos que ofrecer en cambio.
La necesidad es madre de la industria, el principio de toda producción y el fin de todo consumo. En lugar de maldecir la necesidad, deberíamos bendecirla como origen de todos los bienes que la civilización nos procura.
Extraído de su libro “Principios de Economía Política” (Parte IV, Capitulo I), Alojado en "Textos selectos de Economía" http://www.eumed.net/cursecon/textos/ Libro publicado originalmente en 1859

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