En relación a la decisión Soy profesor, ¿creo un curso MOOC? esta es una opinión de José Luis González Quirós

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Esta es mi opinión de experto

Los profesores solemos regirnos por una tradición excesivamente continuista y raramente nos decidimos a renovar, pero debiéramos acostumbrarnos a lo contrario, a experimentar, a promover nuevas formas de enseñar y aprender porque ese es nuestro cometido específico, lo que nos hace necesarios.

Los MOOCs representan un verdadero reto a las formas organizadas de educación porque rompen con las barreras de tiempo y espacio que han limitado desde siempre a la enseñanza tradicional y ofrecen al profesor, y a los alumnos, una oportunidad única de llegar mucho más lejos de lo que nunca hubiéramos soñado. Claro es que un MOOC es un desafío incómodo porque representa para todo profesor la posibilidad de abandonar la comodidad y el aislamiento del aula y el sitio protegido de la cátedra, con toda la cohorte de privilegios, llamémosle así, que la educación institucionalizada leva consigo, y arriesgarse a salir a un campo abierto en el que ha de competir con muchas opciones distintas a la suya. Eso nos obliga, por lo pronto, a mejorar, a no repetir, a tratar de decir cosas realmente interesante, a ganarnos el público, y todo eso es más difícil y arriesgado que atenerse a la comodidad de lo establecido, al seguro de las rutinas académicas, que también tienen algunas ventajas, a no dudarlo.

Lanzarse a producir un MOOC exige tener más seguridad en lo que hacemos de lo que suele ser el caso, por eso dije que hay que atreverse. Exige también pensar en un auditorio distinto al habitual, hacer un enorme esfuerzo de aproximación a las maneras más simples y eficaces de explicar algo, y empezar a utilizar los variados recursos que el nuevo sistema pone a nuestra disposición, dejar de “dar la cara” como único procedimiento. No es tarea para un hombre solo, hace falta la colaboración de profesionales dispuestos, también ellos, a aprender algo nuevo y a experimentar. Por si todo eso fuera poco, suele ser necesario aquello que Ortega llamaba la virtud sintética, tan opuesta a la divagación con la que adornamos muchas de nuestras lecciones ordinarias, y eso supone un esfuerzo porque de ser el actor que representa un papel, el de profesor, pasamos a ser un elemento más en una panoplia de medios y además ocupamos una responsabilidad especial, la de dirigir todo aquello. Todo esto que pueden parecer inconvenientes me parece a mi que son realmente ventajas, algo que contribuirá a que la educación vuelva a ser lo que siempre debió ser y lo que frecuentemente no es, el encuentro entre alguien que tiene algo que enseñar y un grupo de personas que quieren aprender algo, que tienen curiosidad, preguntas que hacer y están dispuestos a esforzarse para adquirir un conocimiento del que carecían. Cualquiera que conozca como funciona la enseñanza tradicional sabrá hasta qué punto esto no es lo que pasa, cómo a veces no se da ni una sola de las condiciones que acabo de enumerar y, a pesar de todo, eso que se llama educación sigue, aparentemente, funcionando. Un MOOC, por el contrario, desmonta inmediatamente esa clase de tinglados, de mezclas de intereses: es la educación en vena, el arte de enseñar sin más lo que se nos exige y, eso es siempre muy difícil, pero debiera ser enormemente atractivo, irresistible, para quienes amen de verdad su oficio, para quienes gusten de lo que hacen.

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