En relación a la decisión ¿Ver 'El lobo de Wall Street' de Martin Scorsese? esta es una opinión de José Luis González Quirós

No

• José Luis González Quirós
• Filósofo y analista político

Esta es mi opinión de experto

Naturalmente Scorsese es un gran director y hay escenas brillantes y alguna bastante cómica, pero ni siquiera sus admiradores pueden evitar el cansancio que produce escenas que se repiten, o que ya hemos visto en otras cintas, de tramas sin demasiado interés, de personajes que no nos dicen nada. No hay suficiente sangre en ninguno de los protagonistas que no pasan de ser caricaturas, no se sufre con ellos, ni se les admira o se les odia: son fantasmas que cuentan su vida con descaro, pero ser rico no basta para ser interesante y, por muy meritorio que resulte el intento de satirizar un cierto capitalismo sin ninguna clase de principios ni valores, eso no garantiza que la película pueda robar nuestra atención, que es el fruto sin el cual el cine no puede sobrevivir.
 
Scorsese recurre a toda clase de trucos para mantener la tensión, como si fuera consciente de que lo que nos está dando no basta: hay escenas que se ven desde varios puntos de vista como para que entendamos, tontos que somos, lo que el director trata de subrayar; ha rodado hasta un naufragio , y repite situaciones que recuerdan a las películas sobre Howard Hughes, a Gordon Gecco, o al análisis que hizo Woody Allen del personaje de Bernard Madoff, mucho más fino en cualquier caso, es decir que Scorsese no se ha molestado en contar una historia que ya está manida de una manera algo más original.
 
Hay momentos en que la película casi podría ser una españolada por la sal gorda derramada en sexo, droga y rock and roll, en fin no se cansa uno de las sutilezas, precisamente. Para mi gusto, el fallo mayor está en el guión, y en que Di Caprio acaba con las pocas posibilidades que tenía el personaje principal de resultarnos interesante, a base de ser excesivamente histriónico. Todo tiene un tono burlesco un poco fuera de lugar, pues cuesta trabajo imaginarse a un banquero suizo tan memo o un sistema de fuga de capitales tan chapuceramente montado. El problema es que, aunque se trate de sucesos verdaderos, la película los coloca en el reino de lo inverosímil a base de pretender cargar los rasgos distanciadores de los personajes para hacerlos algo más repulsivos o algo menos comprensibles, que no sabría decir cuál es la intención del relato.
 
Si no existiese la magnífica industria que soporta esta clase de productos, la película sería sencillamente insoportable, pero la buena factura atenúa bastante ese posible resultado. Si se tratase de demostrar que el mundo retratado es un mundo de locos, el resultado sería efectivo, pero cabe dudar de que, de existir, sea ese precisamente el tipo de locura que predomina entre los agentes financieros. Vivimos en una época en que difícilmente pueden ser representados como unos héroes, pero la caricatura de Scorsese me parece excesiva y superficial. Scorsese tiene una trayectoria de enorme eficacia creando personajes interesantes, sutiles, contradictorios, tal vez su cumbre en este aspecto sea el dúo de Robert de Niro y Sharon Stone en Casino, tan bien acompañados por una cohorte de mafiosos bien nutrida y diversa.
 
En esta ocasión, el equipo titular está formado por un genio inverosímil acompañado de unos tontos de capirote a los que nadie compraría una bolsa de castañas en un día frío, pero que se hacen tan multimillonarios como el que más. Una película no puede ser grande si no te deja satisfecho, si no alimenta un sentimiento hondo y principal, y esto no existe, sencillamente, en este circo brillante, confuso e inverosímil, aunque, eso sí, bien contado, pero sin capacidad de emocionar, de intrigar ni de indignar, salvo a los indignados de oficio.