En relación a la decisión ¿Leer 'El fin del principio' de Adam Frank? esta es una opinión de Juan Malpartida

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Esta es mi opinión de experto

Es sabido que toda tecnología supone un cambio mental y emocional, y los instrumentos medidores del tiempo cambiaron nuestra percepción del espacio y nuestras consideraciones acerca de la temporalidad. ¿Pero existe el tiempo? Según se mire.

Agustín de Hipona dijo lo que otros barruntaban y todos nos decimos: que sabemos lo que es el tiempo pero no podemos decirlo. ¿Pero es esto cierto? Saber lo que es el tiempo es tanto como saber lo que somos. El fin del principio, del físico Adam Frank, es una suerte de historia de nuestra relación, subjetiva y objetiva con ese famoso fantasma. Subjetiva en el sentido de conformadora de nuestra visión, de nuestra experiencia, y objetiva porque desde las primeras medidas en un fragmento de hueso (registro de las fases lunares) hace más de doce mil años, el ser humano no ha dejado de teorizar y comprobar los datos relativos a la temporalidad.
 
Así pues se trata de una historia, admirablemente documentada, llevada a cabo sobre todo desde la física y de los usos más desde que las especulaciones filosóficas. Nuestra visión del cosmos y de nosotros mismos está vinculada a nuestra visión del tiempo. Es maravilloso que hayamos hecho un reloj (algo para medir una secuencialidad) de cualquier cosa: unas inscripciones sobre lo sucesivo, un grupo de piedras o monedas, desde la introducción de la agricultura y la revolución urbana a los relojes cuánticos.
 
Toda cuenta generó un cuento, una visión, una idea. Los “relojes” cambiaron nuestros modos de vida, y no han dejado de hacerlo, como nos ocurre ahora con la simultaneidad de las comunicaciones, por ejemplo. Pero hubo un momento axial y fue la introducción con los griegos clásicos de la racionalidad en relación al cosmos y el tiempo. Desde entonces, ciertas preguntas no han dejado de desvelarnos: ¿Hay un universo o varios? ¿El espacio es infinito o está limitado? ¿Existe el espacio por sí mismo? ¿Existe el tiempo por sí mismo? ¿Tiene el universo un principio y/o un final en el tiempo? Estas son las preguntas cuyas respuestas o reformulaciones rastrea Adam Frank en esta maravillosa obra. Para Newton el espacio y el tiempo eran independientes y absolutos. Para Einstein son condición el uno del otro, pero longitud y duración son flexibles y locales (relatividad).
 
La gravedad newtoniana se convertía a comienzos del siglo XX en un tejido maleable del espacio-tiempo. Por otro lado (Hubble), este espacio-tiempo en contra de la visión tradicional sostenida desde Aristóteles a Einstein, se expande, no está en reposo. Y las investigaciones cuánticas vinieron a decir que las leyes de la física tradicional, incluida la relatividad, no operan en el mundo subatómico, cuyos acontecimientos están sujetos a una profunda indeterminación y donde la relación causa efecto es del todo inválida, además de que la cuántica supone necesariamente siete espacios adicionales imposibles de concebir por de manera intuitiva. Es decir, que el famoso Big Bang (Fred Hoyle) y su flecha temporal quizás no fue así sino que el átomo primordial (¿y qué hacía allí?) se habría desintegrado sin causa. Lo que parece claro es que el universo ha evolucionado, pero no sería extraño que hubiera otros universos aquí mismo y toda teoría final y total sería un sueño.
 
¿Pero existe el tiempo? ¿Hay flecha? Para los objetos individuales no, ni para un universo equilibrado. Julian Barbour dedicó mucho tiempo a pensar que “no existe tal cosa como el tiempo. Es una ilusión suscitada por el cambio”. Cada momento es un todo completo. Sólo hay ahoras que existen simultáneamente. Sin embargo, añado, la materia tiene historia, y para nuestras cuentas, el pasado cuenta tanto como el presente.

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