En relación a la decisión ¿Tener sexo sin amor? esta es una opinión de José Lázaro

Sí

• José Lázaro
• Profesor de Humanidades Médicas, UAM. Escritor.

Esta es mi opinión de experto

Lo cierto es que casi nadie, cuando disfruta de sexo con amor, se plantea la cuestión del sexo sin amor. Pero son muchos los que no tienen la suerte de tener una auténtica relación amorosa y no por ello han de renunciar al sexo, al deporte o a la gastronomía.
El conflicto se puede plantear entre el deseo y el afecto, entre los impulsos sexuales y el sentimiento amoroso. En efecto, el puro deseo sexual no parece tener objeto fijo, está siempre buscando amantes nuevos, sensaciones diferentes, variaciones, combinaciones y permutaciones. El deseo quiere siempre carne fresca. Son los sentimientos los que no parecen estar de acuerdo con este planteamiento. Por eso, cuando aparece el estado de enamoramiento (que es difícil de prever y de producir voluntariamente) el deseo se fija de forma espontánea y el amado se convierte en el único objeto auténticamente deseado, eclipsando a todos los demás. El enamoramiento, mientras dura, supone una sobrevaloración del amado que inhibe el deseo hacia todos los demás.
Los partidarios de la polisexualidad parecen ser personas en las que los impulsos carnales predominan sobre los vínculos afectivos (quizá porque en ese momento no tienen a una pareja capaz de enamorarlos) mientras que los defensores de la monosexualidad tienen unas necesidades afectivas más fuertes que sus deseos multisexuales.
Un autor clásico, Kierkegaard, en su Diario de un seductor, reflexionó sobre la alternativa entre el amor único o múltiple sin reducirla, sin embargo, a la que existe entre la sexualidad y el afecto: “Amar a una sola es demasiado poco; amarlas a todas denota superficialidad, pero conocerse a sí mismo y amar a todas las que se pueda, concentrando en el alma las fuerzas infinitas del amor y dando a cada muchacha su parte alícuota, mientras la conciencia abarca la totalidad... ¡he ahí el placer y la vida!”.