
El consumo colaborativo es un modelo económico basado en el intercambio, el alquiler, el uso compartido o el préstamo.
Sus defensores argumentan que frente al modelo actual, basado en el crédito, la publicidad y la propiedad individual, estas nuevas tendencias favorecen la sostenibilidad de la economía por basarse en el acceso compartido a los bienes.
Sus detractores, sin embargo, mantienen que este modelo económico se basa exclusivamente en la confianza entre sus usuarios y en una tecnología que puede llegar a controlarnos, por lo que no es el adecuado para sustituir al tradicional.
El término consumo colaborativo pretende superar el concepto de propiedad privada y supone el cambio cultural y económico en los hábitos de consumo marcado por la migración de un escenario de consumismo individualizado hacia nuevos modelos de intercambio, uso compartido, trueque o alquiler, potenciados por los medios sociales y las plataformas peer-to-peer.
Este tipo de consumo consagra el “uso” frente a la “propiedad” y aboga por un uso más intensivo de los bienes y recursos, para que accedan a los mismos un mayor número de personas, a un menor coste y ajustándolo a las necesidades de cada cual.
Para sus defensores, el consumo colaborativo configura un nuevo tipo de consumo más sostenible que permite un uso más eficiente de los recursos y palía problemas ambientales y sociales.
Los sistemas de consumo colaborativo se dividen en tres grandes grupos:
Los basados en el producto, en los que se nos permite el uso del producto sin ser propietario del mismo. Proyectos tan populares como Airbnb, Zipcar, o Taskrabbit son ejemplos de este tipo de consumo colaborativo.
Los basados en mercados de redistribución en los que se da una segunda oportunidad – una segunda vida - al producto. Por ejemplo, particulares que venden, intercambian o donan objetos usados.
Los basados en estilos de vida colaborativos que van más allá del producto y buscan que la gente comparta experiencias, proyectos, recursos, etc.
El concepto del consumo colaborativo fue seleccionado por la revista TIME como una de las “10 ideas que cambiarán el mundo”, y a día de hoy, comunidades y hasta ciudades enteras están aprovechando la tecnología de las redes para “hacer más con menos” mediante el alquiler, el préstamo, el trueque, el intercambio, la donación o la cesión de productos en una escala impensable hasta ahora. Proyectos de consumo colaborativo como Airbnb, Zipcar, o Taskrabbit, están cambiando los modelos de negocio y los patrones de consumo, ofreciéndonos un nuevo estilo de vida de mayor calidad y sostenibilidad.
Frente a todo lo anterior, los detractores de este consumo fijan su postura en la falta de fiabilidad de este sistema por basarse exclusivamente en la confianza y honestidad de sus usuarios y la gran dependencia que tiene de la tecnología y las redes sociales.
5 opiniones argumentadas

- Anónimo
- En Dontknow desde Febrero de 2013

- Iñigo Damiani Moreno
- Abierto a nuevas formas de colaboración social

-
Janelle Orsi
- Directora “Sustainable Economics Law Center"