La única institución de la Unión Europea cuyos miembros resultan de elecciones es el Parlamento Europeo, pero sus decisiones no son vinculantes. El Consejo y la Comisión necesitan de los votos de los Estados, no de los ciudadanos. El desapego que éstos parecen sentir hacia esas instituciones europeas puede provenir de que no existe democracia directa, y por lo tanto no es relevante la opinión que sobre ellas tengan las personas. La decisión consistiría en apoyar que esas instituciones tengan más vínculos democráticos.
En democracia los ciudadanos pueden incidir directamente sobre los poderes públicos y elegir mediante el voto a sus representantes que formarán gobiernos (locales, autonómicos, estatales). La constitución de la Unión Europea es un proyecto que afecta a todos los ciudadanos en cambio estos no pueden decidir a sus gobernantes. Los teóricas analizan fórmulas posibles para poder salvar esta distancia entre ciudadanos europeos y sus representantes. Dada la complejidad de la Unión Europea, algunos opinan que hay que aceptar esta situación como un mal menor.
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La complejidad de la Unión Europea y el ansia que ponen los Estados en mantener sus cuotas de poder hace que no se democraticen sus instituciones.
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El control del poder de la Unión Europea lo hace fácilmente localizable en pocas personas. Por eso, en Bruselas, han proliferado los grupos de presión semiinstitucionalizados que buscan incidir directamente en las decisiones de la Comisión y del Consejo, de manera que un lobby o una empresa fuerte tiene más capacidad para incidir en a formulación de una directiva (ley) europea que todo el conjunto de ciudadanos europeos.
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El cambio más plausible sería que el Parlamento Europeo funcionase como una verdadera cámara legislativa, ya que ahora legislan los órganos ejecutivos.
3 opiniones argumentadas
- Joan Majó Cruzate
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