La identidad colectiva de los pueblos se suele basar en la lengua materna, las costumbres, la posesión de un territorio y otros. Cuando la historia de esos pueblos ha supuesto sufrir dominio o explotación por parte de otros pueblos, su identidad colectiva y su unidad se arraigan en la experiencia de ser víctimas. Cuando esta experiencia predomina sobre las demás, se habla de victimismo. Ese colectivo entonces espera no sólo el cese de la dominación, sino la compensación de sus sufrimientos por parte de los dominadores.
La historia humana puede ser vista como una sucesión continua de dominio de unos pueblos sobre otros. Explotación, colonialismo, imperialismo, invasiones... aunque también trasvase de culturas, enriquecimiento artístico, nuevas formas de pensamiento y educación, mestizaje, etc. No es fácil para los pueblos asimilar las luces y sombras de su historia. Y cuando hay auténtica explotación e injusticias, la identidad colectiva de las personas se fortalece por el deseo de emanciparse y salir del dominio de otros.
Pero se corre el riesgo de permanecer a lo largo del tiempo en el papel de víctimas, reclamando siempre de los demás un trato de favor, dado un sufrimiento de pasado, que no termina de asimilarse.
2 opiniones argumentadas
- Leticia Soberón
- Doctora en comunicación social - redes
- Jorge Ubeda
- Doctor en Filosofía