Ante la necesidad física de satisfacción sexual, y en momentos de problemas con la pareja, un camino para poder solventar este deseo es recurrir a la prostitución.
Los problemas de pareja pueden empujar a la gente al sexo de pago, aunque hay también quien lo busca sólo por diversión o buscando variedad. La duda es si el elemento prostitución va a incidir en la vida de pareja y cuáles serán los efectos.
La prostitución es una actividad vigente en gran parte de las sociedades y puede cumplir una doble función de autoafirmación para el sujeto de manera individual, como también para su aceptación a nivel de grupo de acuerdo al marco sociocultural donde se mueva.
Generalmente el acento y la atención está puesta en las trabajadoras y trabajadores sexuales que ejercen este tipo de prácticas, y se mira menos en quienes encarnan a los clientes de este tipo de servicio. Existen múltiples razones para acudir a estas prácticas: por falta de redes sociales, por desconfianza y falta de autoestima de sí mismo, como búsqueda de nuevas experiencias sexuales que no pueden ser satisfechas por la vía normativa, por placer al tener un imaginario cultural que premia socialmente estas prácticas, por necesidad ante la falta o escasez de experiencias sexuales dentro de las relaciones interpersonales o de pareja, entre otros factores.
Para algunos expertos, cuando una pareja cruza problemáticas una de las facetas que más se resienten son los encuentros sexuales entre ellos. Ante esta situación, algunas personas prefieren mantener la relación pero intentar satisfacer su deseo sexual por otras vías, donde la prostitución emerge como una alternativa de fácil acceso. Para otros expertos, es producto de una doble moral intentar mantener espacios supuestamente monogámicos y familiares mientras se recurre al "secreto" para realizar otras prácticas -como las relaciones extramaritales o relaciones pagadas por sexo- que para su entorno más próximo puedan resultar poco toleradas.
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La estabilidad en una relación afectiva o la aspiración por mantener esta relación puede inhibir este tipo de prácticas. Las convicciones morales o de creencias religiosas pueden también generar un rechazo a estas prácticas.
La creencia y práctica durante años de la monogamia como acuerdo social entre parejas. El miedo a ser descubierto/a y poner en peligro al grupo familiar. La timidez, la autocesnsura o la represión de parte del grupo social más próximo frente a estas prácticas. Los prejuicios asociados al mundo de la prostitución. El temor a contraer enfermedades venéreas. -
Practicar este tipo de actos sin el consentimiento de la pareja, si se descubre, puede llevar a un quiebre definitivo de la relación. Por otro lado, incita a una doble moral en que se mantiene una imagen social y pública, y una privada diferente. Sin embargo, practicarla cumple una función de satisfacción psicológica y sexual de la persona que la busca.
Por otro lado, si la persona no posee otras alternativas, recurrir a este tipo de prácticas puede llevar a un desánimo y una cierta frustración sexual.
14 opiniones argumentadas
- Matilde Aragó Gassiot
- Magistrada
- David Baringo Ezquerra
- Sociólogo. Experto en Temas Urbanos
- Anónimo
- Casado que folla menos que las palomas del Vaticano.