Los niños y niñas, casi desde la cuna, van mostrando sus propios rasgos personales: más tranquilos, dormilones, más activos y alerta, a veces nerviosos. En ocasiones, casi sin saber cómo, su conducta se va volviendo más y más difícil y conflictiva.
Está claro que el pequeño o pequeña no pidió existir. Y los padres se ven ante la decisión de aceptarlo tal como es. Eso no significa tolerar todas sus acciones y actitudes, sino transmitirle el mensaje de que no se le cambiaría por ningún otro posible.
En el planteamiento de esta decisión es preciso distinguir entre lo que nuestro hijo es y lo que hace. Es decir, distinguir entre su identidad como persona y sus comportamientos. Este enfoque tal vez nos ayudará a encontrar el camino para afrontar esta decisión y encontrar la mejor respuesta para nosotros y para nuestros hijos.
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Ante unos comportamientos problemáticos de los hijos es difícil tener la serenidad suficiente para enfocar bien esta decisión.
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En la medida que los hijos se sienten aceptados y queridos, son más capaces de desarrollar armónicamente sus capacidades personales y alcanzar el bienestar.
9 opiniones argumentadas
- Marta Burguet i Arfelis
- Doctora en Pedagogía
- Iñigo Damiani Moreno
- No sabía qué quería y fuí insoportable con ellos en la adolescencia.
- Margarita Soberón Mainero
- Estudiante Hakomi avanzado